Por: Édver Augusto Delgado Verano.

  «Ocurre a veces que uno se levanta fresco, descansado, con la cabeza despejada. Comienza a escribir. Todo marcha como una seda. Al día siguiente, lee uno lo que ha escrito y tiene que borrarlo todo, porqué falta lo esencial. ¡Ninguna fantasía! ¡Ningún talento!. Falta aquel algo sin lo cual nuestra inteligencia no sirve para nada. Ocurre también que se levanta uno y se siente como si le hubieran dado una paliza; a pesar de ello, cree que puede escribir bien. Y escribe aceptablemente. El lenguaje es rico, abundan los felices aciertos. Lo lee más tarde; es pesado, no dice nada. La inteligencia no ha venido en su ayuda. La cosa marcha sólo cuando fantasía e inteligencia se mantienen en el fiel de la balanza»

— Leo Tolstoy

El proceso de la escritura y la redacción cuidadosa, elegante, precisa y detallada de cualquier texto requiere disciplina, paciencia y tiempo.

Las tres fases que se deben realizar son: planeación, escritura y corrección.

La planeación inicia con la idea, sigue con la consulta, lectura y la investigación necesaria para fundamentar muy bien lo que se busca decir.

La escritura implica el dejar las ideas en la hoja y esto exige la precisión necesaria para redactar con claridad y orden lo que se desea.

La corrección, por su parte, va desde la verificación cuidadosa de cada palabra, de cada oración y cada párrafo; la detallada corrección de la ortografía y la precisa organización sintáctica.

Cuando nos lanzamos a la mágica tarea de presentar ideas, argumentos, tesis, y crear mundos literarios y poéticos con las palabras, nos enfrentamos a una exigente, fascinante, mágica y retadora tarea en la que la musicalidad, los sentidos, los significados y los pequeños detalles son fundamentales.

La musicalidad en la escritura tiene que ver con saber lograr el conjunto coordinado de los sonidos (fonemas) y los silencios (signos de puntuación).

Los sentidos en la escritura hacen referencia a la razón de lo que se dice y cómo se dice (medio), y a lo que se espera despertar con los que se escribe (fin).

Los significados en la creadora acción de la escritura hace referencia no sólo al significando de cada palabra, de cada micro y macroestructura, sino que va más allá y tiene que ver con el disfrute pleno y profundo; con la vivencia trascendental, de ahí que, cuando algo de nuestro andar (vivir) nos marca, decimos que fue significativo.

Los malos escritores creen que el texto está terminado cuando se le pone el punto final y eso no es así, porque todo escrito necesita la revisión detallada y esto reclama un trabajo que cuesta “sangre, sudor y lágrimas”, como decimos coloquialmente.

La corrección de estilo profesional interviene en el último momento de la redacción para pulir los textos y hacer lo que conocemos como una corrección ortotipográfica: poner o quitar los signos, evitar errores frecuentes, organizar las oraciones en su forma lógica, entre otros.

Por último el encuadre, diseño, organización, sabor, color y movimiento de la escritura se alcanza con calidad cuando se han sabido leer y vivificar en los textos los pequeños detalles, y también, cuando se saben poner en su lugar los esenciales y fundamentalmente signos de puntuación.

Escribimos de lo que vivimos y la vida es el conjunto coordinando de pequeños detalles, de ahí que nos enamoramos, amamos y creemos gracias a lo que parece insignificante, recordemos: «lo esencial es invisible a los ojos» (Saint Exupéry).

Pero así como logramos la acción románticamente creadora gracias a lo ínfimo, la calidad de los escritos se logra cuando sabemos ubicar bien a los pequeños de la escritura que son los signos de puntuación: (. , ; : – » ? !), porque estos simpáticos artífices, que muchas veces no los vemos, son los que nos ayudan a dar sentido, significado, musicalidad y sobre todo, son los que garantizan la buena comunicación, es decir la relación precisa entre el emisor y el receptor.