En noviembre de 2008 la revista Educación y Biblioteca de España, que se editó hasta 2011 con el apoyo del Ministerio de Cultura de ese país,  dedicó su número 168 a un dossier que toitulado “Autoeditamos o erramos”, en el cual se presentó un diagnóstico prolijo sobre la autoedición de libros y su vinculación con las bibliotecas españolas.

Aunque de esa parte al día de hoy ha habido significativos avances en el tema de la autoedición, gracias a la posibilidad de autoeditar un libro en Amazon y la impresión de libros bajo demanda, esta actividad sigue siendo en general ignorada y desatendida por el mercado editorial ordinario en todo el mundo.

Por considerarlo de interés para nuetros lectores-escritores, extraemos de ese dossier un artículo de Oblit Baseiria Virgile, licenciada en Filología Catalana, que tiene también pertinencia para para las pequeñas empresas editoriales, librerías y bibliotecas porque, entre otras cosas, da una enriquecida visión de las ventajas y desventajas, posibilidades y obstáculos, que tiene la autoedición de libros y su comercialización. Asimismo, porque pone en perspectiva la división entre editores independientes y grandes grupos editoriales, así como entre el negocio de las grandes cadenas de librerías y las librerías independientes.

La Editorial Libros para Pensar difunde este material por considerarlo de un alto valor para todos aquellas personas que aspiran a escribir un libro y requieren contexto sobre el mundo, viejo y nuevo, que deberán enfrentar para hacer realidad su proyecto.

De la autoedición a la librería

Oblit Baseiria Virgile

Actualmente el avance de la técnica ha facilitado que uno mismo pueda editar sus propios textos con un resultado similar al de la edición tradicional. Esta modalidad de edición puede tener un uso privado o público. Nosotros vamos a quedarnos con la autoedición en el ámbito público. Es decir, la creación de obras que, aunque su tiraje no sea de un gran número de ejemplares, hayan sido concebidas por sus autores como libros para divulgar ante posibles lectores, esto es, con una voluntad de llegar al público y no quedarse en el ámbito privado, personal o familiar. De ahí que no se trate de ejemplares únicos -obras destinadas a la exposición en museos o en manos de coleccionistas- sino una tirada x de ejemplares disponibles para su comercialización en librerías.

En muy poco tiempo la autoedición ha conseguido técnicamente un resultado igual al de la edición tradicional. De hecho es posible hacer un libro sin necesidad de entrar en los circuitos editoriales. Los avances tecnológicos han permitido hacer más fácil el proceso de editar. Pero no ha sido la técnica lo que ha revolucionado un oficio casi inalterable desde hace muchos años sino los  profundos cambios de raíz en su concepción ideológica.

«En muy poco tiempo la autoedición ha conseguido técnicamente un resultado igual al de la edición tradicional. De hecho es posible hacer un libro sin necesidad de entrar en los circuitos editoriales. Los avances tecnológicos han permitido hacer más fácil el proceso de editar. Pero no ha sido la técnica lo que ha revolucionado un oficio casi inalterable desde hace muchos años sino los  profundos cambios de raíz en su concepción ideológica»

Hasta hace pocos años era el editor quien decidía si una obra entraba o no en su fondo o catálogo. Era el responsable de una determinada elección y descubridor de algo en lo que creía y, en  consecuencia, mostraba al público. Había una parte de misión espiritual en la labor del editor de publicar textos que enseñaran alguna cosa. Algunos libros se vendían razonablemente bien y se ganaba dinero con ellos, otros no. Pero no se publicaba en función de las posibles o futuras ventas. Por supuesto el dinero era importante, pero no lo era todo.

En pocos años han desaparecido editoriales tradicionales, empresas familiares, y hemos asistido a la creación de grandes grupos editoriales que han ido creciendo con la compra y suma de pequeñas y medianas editoriales.

En estos grandes grupos la decisión de publicar un libro no recae en la figura del editor sino en un complicado equipo formado por comerciales y responsables financieros que se rige sólo por las posibles ventas y beneficios que creen que se pueden obtener de un determinado producto (ya no se utiliza la palabra «libro», ésta da miedo). Un libro con cierto riesgo y con una venta un poco más difícil de lo normal queda descartado de inmediato. Los libros son publicados en función de su expectativa de ventas. Además en estas macro editoriales trabaja mucha gente, con lo cual no se pueden correr riesgos con la publicación de libros «difíciles» (primeras obras, ensayos, etcétera) y se opta por el camino fácil de los bestsellers, de poco riesgo, con una campaña de venta rápida a base de grandes colocaciones en grandes superficies. Esta mecánica también ha arrastrado a la librería tradicional y de carácter independiente a la que le está resultando un trabajo casi titánico mantenerse  a flote. Y en medio de todo este gran barullo los avances tecnológicos han hecho posible que uno mismo pueda editar su libro desde el sillón de su casa.

La autoedición recupera esa idea original del antiguo editor que hace llegar a los lectores aquel texto que cree interesante.

Además, no crea un libro en función de la demanda. La autoedición no se rige por estudios de mercado, ni ventas, ni estrategias comerciales. Es la recuperación del placer de editar, en su concepción más pura y original. Yo escribo un texto, yo puedo editarlo y espero la reacción de los lectores.

De esta manera podemos establecer tres grupos en el mundo de la edición: los editores vinculados a grandes grupos editoriales, el pequeño editor independiente (1) y la autoedición.

Editores y autoedición. Semejanzas y diferencias

Un editor vive de su trabajo, ya sea vinculado a un grupo editorial o dueño de su propia empresa. Los sueldos pueden tener diferencias abismales, pero todos viven de su trabajo. La autoedición no sigue las mismas reglas. No todo aquel que se autoedita un libro pretende vivir de los beneficios de la venta del mismo. La autoedición no es un trabajo de editor como-oficia-escogido que te permite obtener los ingresos necesarios para vivir.

Un editor independiente y un gran grupo editorial juegan con las mismas regias en el mundo editorial: anticipo de derechos de autor, relaciones con agentes literarios, venta de derechos, etcétera … , aunque con notables desventajas entre ellos. La autoedición queda al margen.

Un pequeño editor, por muy pequeño que sea, necesita un determinado número de individuos que se impliquen con él para poder llevar a cabo su proyecto editorial.

La autoedición puede permitirse el lujo de ser obra de una sola persona. Para los editores es muy difícil sortear las leyes que impone el mercado. Y actualmente es enorme el esfuerzo que ha de hacer un editor independiente frente a los grandes grupos. La autoedición va por libre y se encuentra cara a cara con los otros en el último tramo de la carrera de la edición: la librería. En ella conviven en un mismo espacio todos aquellos libros que han llegado por caminos diferentes en busca del lector.

Autoedición y librería

Pueden encontrarse tantos libros diferentes de autoedición como individuos hay en el planeta. Normalmente, sin embargo, los libros de autoedición responden a publicaciones de lugares muy concretos con el afán de conservar tradiciones, canciones, etcétera; o aquellos libros que suponen un número de ventas muy limitado, con lo cual ya han sido descartados por la industria editorial, y aquí entran por  igual desde la poesía hasta el ensayo puro y duro; así como los álbumes ilustrados (rechazados, aún hoy por muchos editores, como libros «inferiores» y de poca categoría); o el manuscrito que el autor cansado de dar vueltas con él debajo el brazo decide editar por su cuenta y riesgo. Todos ellos consiguen llegar a la librería y a veces consiguen vender una primera tirada y volver a la carga con otra edición.

De la misma manera que hemos establecido una división entre editores independientes y grandes grupos editoriales, en el espacio librería haremos lo mismo entre grandes cadenas de librerías, librerías ligadas a un determinado grupo editorial y la librería independiente.

En la librería independiente los libros mantienen su condición de igualdad y es el criterio del librero que tiene la libertad de escoger (aunque a veces resulta un trabajo muy duro no sucumbir a las leyes de venta impuestas por los grandes centros comerciales). De esta manera puede darse que un libro absolutamente minoritario, de riesgo o autoeditado ocupe un lugar bien visible en la librería sin necesidad de comprar el espacio ocupado.

También es tarea del librero hacer conocer a los lectores algunos libros que no han recibido la atención adecuada en los medios de comunicación o que sencillamente nadie hablará de ellos y pueden caer en el más triste olvido sin motivo alguno.

Por diversas razones, fáciles de adivinar, me atrevería a afirmar que la autoedición solo está presente en la librería independiente.

La autoedición está limitada en su tirada de ejemplares, con lo cual no interesa a ninguna red comercial y es ella misma quien decide su red de distribución y cómo hacer llegar los libros a la librería.

La autoedición y el pequeño editor, debido a sus propias limitaciones, no inundan el mercado con sus publicaciones, ni tampoco ejercen una posición de superioridad con respecto a la librería. De esta manera la relación editor-librero es de igual a igual y con la sensación de navegar juntos en el mismo barco. El contacto directo permite conocer más de cerca la realidad sin necesidad de realizar infinitud de estudios de mercado, gráficas y demás con una inversión de tiempo y dinero muy costosa y con unos resultados que muchas veces no se ajustan a la realidad.

No creo que nadie que se autoedite un libro tenga suficiente dinero ni ganas de montar una red de distribución para vender su libro, con lo cual se distribuye vía Internet, tenderete propio, o uno mismo hace de comercial de su propia creación.

Por mi propia experiencia los libros autoeditados llegan a la librería en la maleta de su editor. Por supuesto no es una opción que te permita llegar a muchos puntos de venta, pero tienes la libertad absoluta de decidir quién quieres que sea el último eslabón antes de dejar volar tu creación a manos del lector. Y esa libertad de elección es una maravilla que muchos editores han perdido.

Puedes descargar aquí la revista Educación y Biblioteca con el dossier Autoeditamos o erramos