Wilfer Pulgarín Betancur

Comunicador Social

Comunicaciones – Editorial Libros para Pensar

La historiografía médica cuenta que en la Antigüedad los temas ginecológicos, como la menstruación, el embarazo, el parto, la infertilidad y enfermedades del útero, eran de dominio básicamente de parteras y pioneras de la medicina, que tanto sabían de hechicería como de la esencia fisiológica de la mujer. Ay de aquel médico varón que por curiosidad científica se atreviera a abrirle las piernas a una mujer, por no hablar del destino de ésta, sobre quien podían recaer la sospecha de inmoralidad y la pena capital.

Fue esa una de las razones por las cuales el conocimiento sobre la genitalia femenina debió ser transmitido casi en secreto hasta muy entrada la Edad Media, cuando la práctica de la ginecología y la obstetricia comenzó progresivamente a ser invadida por manos y ojos masculinos.

Gracias a su tratado Gynekei, considerado el primer análisis integral de la anatomía y función de los genitales de la mujer, los historiadores asignaron a Sorano de Éfeso (siglo I dC) la paternidad de la ginecología. También en Colombia fueron dos médicos, los tocayos Antonio Vargas Vega y Antonio Vargas Reyes, los primeros en publicar -en abril de 1852- el primer artículo de ginecología del que se tenga noticia en el país, al que titularon “La extirpación de un pólipo uterino”.

Siglos después de esos hitos de la literatura médica, el ginecólogo antioqueño Federico Zapata Pérez se atreve a publicar “Historias secretas de un ginecólogo”, una novela cuya portada advierte al lector desprevenido que el material que tiene entre sus manos es TOP SECRET.

Si en la antigüedad explorar a la mujer con propósitos médicos era una empresa de alto riesgo, que podía confundirse con un intento de corrupción o seducción perversa, el lector que abra las páginas de “Historias secretas de un ginecólogo” corre el peligro de verse atrapado por las historias del doctor Mateo Meneses, eminente ginecólogo que, desde su experiencia rural, debe desempeñarse en entornos de hombres y mujeres de dudosa sanidad psicológica, a lo que su mente no es inmune.

Esta novela atrapa, entretiene y divierte, y a través de una narración lineal, pinta agudamente la condición humana y es un trasunto de la cotidianidad médica que conoce muy bien el autor nacido en Medellín (Antioquia), en 1969.

Ciertamente no es un tratado de ginecología y menos una revelación memoriosa e indiscreta de historias relacionadas con los pacientes del autor, quien a diario debe resolver casos relacionados con el aparato reproductor femenino. No, el libro tiene una propuesta más amplia, como es la de contar historias que tienen como marco de referencia la cruda realidad hospitalaria y la práctica médica. Por eso, en la novela tienen cabida los milagros, los delirios, los creyentes, los ateos, los malevos, los políticos, las drogas, las prostitutas, las epifanías, la vulgaridad, el asco, la corrupción y, por supuesto, los males del cuerpo y del alma: amor, locura y muerte.

Vale destacar algunos logros literarios de esta novela que, a pesar de su carácter iniciático, exhibe cualidades propias de un escritor con experiencia.

Como ocurre en “Las mil y una noches”, los 16 relatos que componen “Historias secretas de un ginecólogo” surgen uno del otro, un cuento es la génesis del siguiente, de lo que resulta una historia con posibilidades de infinito, que “desaburre” a quien la escucha y salva la vida, en este caso literaria, de quien la narra.

Y así como Sherezade le describe al sultán a cierta muchacha como “un sol resplandeciente en medio del cielo sereno (…) de belleza y hermosura prodigiosas, talle pequeño, bien proporcionada, perfecta, muy esbelta, nalgas pesadas, saliva capaz de curar a un enfermo y párpados lánguidos”, el escritor Federico Zapata retrata a la mujer que idealiza el doctor Mateo Meneses como “de hermosa figura, cabello frondoso, suave y largo, que emanaba una energía descomunal y dulce como el almíbar, su cuerpo sinuoso, fértil y su piel se insinuaba suave e imposible de no querer acariciar”.

Asimismo, se lo haya propuesto o no el autor, la novela hace un descubrimiento narrativo muy interesante, y es darle voz y entidad a la gente que gravita alrededor de un hospital de pueblo, para construir una especie de coro moral al estilo de la tragedia griega. Cuando el tedio arrecia, la gente se asoma sin permiso al área de urgencias y, en un ejercicio de chisme colectivo, se atreve a husmear, opinar y sentirse parte de las escenas de dolor y muerte.

También se pueden advertir pasajes propios de la literatura de humor grotesco y absurdo, que dota al libro de un estilo maliciosamente socarrón, que balancea las referencias a la existencia divina, tema que ocupa muchas de las reflexiones y preocupaciones del doctor Meneses.

Son muchos los méritos de esta novela que ha tenido a bien publicar la Editorial Libros para Pensar. Que se abran las puertas de la comarca literaria para Federico Zapata Pérez, ginecólogo en la vida real y escritor prometedor. Déjenlo entrar con sus acompañantes, con Mateo Meneses, el doctor Kung Fu, El Felacionista, Jean Carlo El Salpicador, Maicol Alberto Pachino, Fiorella, Ana Lía La Chismosa, Ignacio el Gigante y Bobo del pueblo, Sheila Milena y Débora Felisa Casas. Sigan adelante escritor y personajes. Entre todos anuncian nuevas y memorables aventuras. ¡Qué viva la literatura!

Libro: HISTORIAS SECRETAS DE UN GINECÓLOGO. (2021). Federico Zapata Pérez. Medellín: Editorial Libros para Pensar.