Poesía, conjugación de libertad

“Hay un instante del crepúsculo

en que las cosas brillan más,

fugaz momento palpitante

de una morosa intensidad”

—Guillermo Valencia (Colombia 1873–1943)

La poesía es un juego de palabras para manifestar un sentir, es fantasía profunda que fluye del pensamiento sensible y de la razón creativa que le da rienda suelta a la imaginación. Es la expresión literaria profunda que dice, reclama, juzga, explica y presenta los sentimientos, las emociones, los miedos, las pasiones, los amores y dolores de todas las personas. 

Cada texto poético es una declaración literaria que logra, gracias a su libre y estética acomodación de las palabras, suscitar diversas ideas, sentimientos y acciones. Es la sencillez escrita que con musicalidad, belleza, crítica y romanticismo juzga la comprensible e incomprensible realidad. 

La poesía como arte es una composición que de manera armónica permite jugar y entrelazar palabras en pro de lograr una construcción de versos inspirados que, gritan silenciosamente y susurran con fuerza. 

La escritura poética se mete en nosotros y atrapa vivencias, condensa desvelos, engrandece ilusiones, purifica razonamientos; comunica y seduce porque es medicina que estimula el cerebro y ejercita esa verdad del pasado que se une con el presente. 

Este tipo de narración tiene, entre otras cosas, la virtud de permanecer en el tiempo como sucede con los sentimientos más puros. Por esta y muchas razones más, su permanencia hace parte del sentir, no sólo de quien la escribe, sino también de quien la lee y se identifica con ella. 

La poesía es el alimento preparado con todos los condimentos literarios que la hacen provocativa, de ahí que es una verdadera ambrosía para los dioses. 

Ella es un acto de resistencia, es libertad y sanación frente a un mundo desesperanzado; logra pintar con palabras imágenes que la mayoría de las personas no alcanzan a percibir, porque es una manera de nombrar la realidad con la elegancia de la estética lingüística. 

Cada verso es una nota especial que, llega a lo profundo y logra armonizar los mejores acordes por medio de las palabras, para formar una melodía perfecta que suscita nuevos, grandes y sublimes universos, ideas y acciones; es ese arco iris que dibuja majestuosa la naturaleza. 

El verso permite acariciar con palabras, los sentimientos que cosquillean en lo profundo de nuestra realidad sentipensante. 

La poesía es el encuentro o desencuentro de los corazones (hay amores de todos los colores, olores y sabores). Ella es sentimiento que quema y en sus avatares regocija la vida; es muerte y lucha por la injusticia; es dejar salir lo que nos oprime porque a veces, sólo en el papel logramos equilibrar un sinnúmero de emociones que batallan muy adentro. 

Ella nos enseña y motiva a descubrir otros mundos; gracias a su libertad, originalidad y su abstracta profundidad es capaz de decir lo que, de otra forma no se logra. 

La poesía es un canto de libertad, un grito de amor, un suspiro de ternura y una caricia que enamora. 

La poesía ayuda a despertar el sentido crítico, el análisis, la síntesis y sobre todo la sensibilidad estética. Ella abre nuevos caminos y ayuda a expandir los sentidos y las emociones: forma conciencia. 

Ella presenta conocimientos de otros escenarios; ayuda a cultivar estilos, y vivifica el romanticismo, el amor necesario a las pequeñas pero esenciales cosas de la vida. 

Hoy más que nunca, es importante leer poesía porque nos aleja de la distópica realidad y nos impulsa a comprender, pensar, creer y sentir mejor, porque nos ayuda a conocer el sentir de otros y nos permite reconocernos en y con nuestros sentimientos. 

Hay que leerla y degustarla como un buen manjar porque libera, motiva y sana. 

Leer poesía es arte que estimula el pensamiento y reconforta la vida; es viajar por el mundo, conocer otros seres que se identifican con uno; aunque no lo creamos siempre en el universo hay esa otra parte perdida de nosotros. 

Los poemas ayudan en la iniciación de la lectura, porque con su magia, profundidad y florida composición se resucitan las palabras que han sido asesinadas por el uso ligero que se les ha dado. 

Leer poesía es la ranura de escape a la realidad que, por lo general es hostil y complicada. Así como leerla es sanador, también lo es escribirla; pues hacerlo ayuda a aplacar o maximizar angustias, deseos, alegrías, tristezas, enojos, frustraciones, amores y desamores. 

Al escribir poesía reconfiguramos el pensamiento a partir de lo que nos habita, y con ello logramos curar el alma y engrandecer oscuros y claros suspiros. 

Escribir es un acto de rebeldía, es poder gritar sin gritar, es la forma de manifestar todo aquello que otros no se atreven. Es la mejor forma para decir nuestras ideas ya que, sin perder veracidad y profundidad, de forma colorida se dibuja la realidad. 

La acción de escribir es intencional, es un proceso automático que en algunos momentos se apodera de nosotros y, nos obliga a escribir. Entre proceso y proceso pueden pasar días o años, y los momentos suelen ser instantes o vivencias, emocionalmente «fuertes». 

Requisitos para escribir poesía: 

• Armonizar los sentidos para lograr concretar con pocas y sentidas palabras el amor que mueve la vida. 

• Decir sin límites lo que se sueña. 

• Dejar volar con libertad lo que se escribe, para que los lectores descubran y sientan sus propias interpretaciones. 

• Detectar, disfrutar y dar a conocer los pequeños detalles que forman la vida. 

• Observar la realidad y asombrarse de ella. 

• Pensar profundamente, sentir con pasión y arañar ideas con ternura. 

• Ser auténtico, original y muy sensible. 

La inspiración no es una búsqueda es un encuentro, a veces la inspiración está en modo de internación y de repente fluye como una cascada, es ahí cuando se encuentra la musa y el escritor.

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Lunas coloridas / Cuentos

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