Por: María Ana Moreno Segura
Cuenta la oralidad de Guapi Cauca, que Ignacio Segura, nacido en los años 1800, fue hijo de un amo payanés llamado Félix Segura, y de la negra Ignacia Grueso, oriunda del río San Francisco, municipio de Guapi, un lugar muy recóndito de la geografía colombiana.
Ignacio Segura se casó con María Francisca Bonilla, oriunda de Timbiquí (Cauca) del corregimiento de Santa María, con quién tuvo una extensa familia. Radicados en San Francisco, en uno de los embarazos de su esposa vivió una crisis económica que lo obligó a pedir fiado a la única tienda de su comunidad. La dueña se negó rotundamente a tal petición, lo cual le causó mucho coraje a él y se fue avergonzado a su casa, en donde se tomó una taza de agua con sal como tinto, y se marchó a la montaña.
Con gran sorpresa, al escalar la montaña encontró un árbol caído y al acercarse miró resplandeciente fortuna, puesto que alrededor del árbol había mucho oro. De forma inmediata, cortó las hojas negras, y empezó a empacar hasta obtener muchos bultos.
Con la riqueza se marchó a su casa muy feliz, y cuando llegó, como de costumbre sin provisiones, sacó una buena porción del botín y se dirigió a la única tienda del pueblo de San Francisco, en donde cambiaría el oro por mercado. La dueña, con mucho gusto lo atendió, sorprendida con tanta cantidad de oro. Él muy orgulloso y con aspecto de grandeza, y con su arrogancia de mestizo, sacó a relucir toda esa riqueza.
De ahí en adelante, empacó el oro en cántaros de barro, y fueron tantos que se dirigió al municipio de Guapi a cambiar parte de su fortuna por dinero.
Según cuenta la historia, compró pólvora para elaborar trabucos de guadua y poder anunciar su llegada a cualquier lugar que fuera. Se limpiaba el sudor con el dinero y los niños lo vigilaban para recogerlo. Dicen que siempre lo perseguían porque regalaba plata como flores.
Deseó tanto que compro un velero y navegaba como un rey. Ante esto, un tal Pacho Martán, le propuso que él le daría el don por cuatro libras de oro. Así que, enloquecido con la fortuna, decidió comprar el “Don”. Recibió un papel que decía: Don Ignacio Segura, y lo publicó para que cuando anunciara su llegada a un sitio de la costa del Pacífico, todos dijeran, “hay viene Don Ignacio”.
“Don Ignacio”, fue el padre de mi abuelo Saturnino Segura Bonilla, a quien conocí y me contó esta historia. Me afirmó que deberíamos ser dueños de un gran territorio en la región de Guapi, pero, “Don Ignacio” malgastó todo el dinero y murió pobre.
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