Fragmento del libro "Manantial de ilusiones"

Regresando a su bello puerto del mar

Cecilia Hurtado Angulo

“Todos los hombres han sido creados para llevar adelante una civilización en continuo progreso”

—Bahá’u’lláh

 

Emily Sofía sintió una inmensa alegría cuando llegó a Cisneros, ya se sentía en su tierra. Mientras miraba el caserío y su abundante vegetación reflexionó y reconoció lo que representaba Buenaventura al ser el Puerto marítimo más importante del país, Distrito Especial, y primer Puerto sobre el Mar Pacífico. 

Poseedor de una variada biodiversidad en flora y fauna, ciudad cosmopolita, acogedora por naturaleza, con una riqueza cultural exuberante, paraíso a donde cada año viajaban las ballenas jorobadas, después de recorrer 8.500 kilómetros desde la Antártida hasta las cálidas aguas del litoral pacífico para descansar, aparearse y parir sus crías. 

Emily se sintió muy orgullosa de su terruño. Y enajenada en sus pensamientos, miró a la entrada de la ciudad, una gran valla de bienvenida, que dividía la vía alterna y la vía tradicional. 

Estaba realmente feliz de pisar nuevamente su tierra de origen, con una visión clara sobre lo que sería su vida futura. Caminó hacia la casa de sus padres, encontrándose con Carmela, vecina y amiga de su madre, quien vendía chontaduro y Carmela al ver a Emily, dijo casi gritando con el acento característico de los porteños:

—¿Bueno mi gente y esa no es la hija de la comae Laura?

—Emily ¡uuuu!, ¿es usté manita?… espéreme ahí pa’que nos hagamos compañía. 

Emily Sofía miró hacia atrás y se detuvo al ver a su vecina que la miraba con mucha alegría mientras apresuraba el paso.

—¡Carmela, qué alegría verla! —exclamó la muchacha mientras abrazó efusivamente a la mujer, quien respondió al saludo con la misma emoción.

—Milla y cómo me la trataron por allá, ¿cómo es la comida y qué tal los hombres monterianos, ¿qué me trajo? 

Ante tantas preguntas de la señora, la joven sonriendo le dijo:

—No tan rápido Carmela, a ver, ¿cuál de las preguntas le respondo?

 Emily puso un brazo en su hombro, caminaron juntas en medio de una emotiva conversación. 

Entre risas y anécdotas, le respondió las preguntas planteadas y se desplazaron por el pedregoso camino que las condujo a sus casas.

 Al llegar sus familiares salieron a su encuentro, saludó a cada uno con el especial cariño que les profesaba. Pasado el efusivo recibimiento, abrió su maletín y empezó a desempacar y a entregar los presentes que les traía. 

Sus dos hermanas, sus tres hermanos y sus padres quedaron felices y agradecidos con los regalos.

—Bueno mijita —le dijo su madre— la verdad, te extrañamos mucho, nos alegra tenerte de regreso, cuéntanos, cómo es Montería, su gente, lo que te ocurrió… en fin somos todo oídos.

—Claro mamá, con gusto, tengo muchas cosas para relatarles. Es bueno salir de donde vivimos para conocer más, porque sientes que un nuevo horizonte se abre frente a ti. 

Con lujos de detalles le contó a su familia lo más sobresaliente de su paso por la capital de Córdoba.

—Montería es una ciudad pequeña, muy bonita y tranquila, su gente es  acogedora, parecidos a nosotros en la forma de ser; me costó mucho entender el dialecto, lo que nosotros llamamos aquí de una forma, ellos lo nombran diferente, por ejemplo, nosotros aquí hablamos del envuelto, que forma parte de nuestras comidas típicas, como el envuelto de maíz, ellos le llaman bollo, es muy famoso el bollo de yuca, porque este alimento para ellos es como para nosotros la papa china. 

Los miembros de la familia le escuchaban sin interrumpir ni perder detalles de lo que Emily les contaba.

—Algo que me impresionó mucho fue el calor, tan diferente, es un calor seco, sientes que sudas, no es como aquí, que sudas y te refrescas, allá no. Entras a bañarte y antes que salgas, ya estás sudando otra vez, al comienzo me tocaba meterme a la ducha tres veces al día y la verdad, mientras me aclimaté, me sentía muy fastidiada por la intensidad del clima. 

En contraposición, aunque las lluvias no son frecuentes, caían acompañadas de tormentas que daban miedo, con descargas eléctricas y truenos muy fuertes, la primera tormenta que me tocó vivir me hizo llorar, me sentía sola y asustada, mi habitación quedaba retirada de las otras hermanas y me parecía que entraría un espanto en medio de la lluviosa noche. 

Otra experiencia que me marcó en Montería, fue la tragedia de Armero, dos hermanas de la Congregación Santa Magdalena de Jesús que trabajaban allá murieron y las sobrevivientes quedaron ciegas, pude conocerlas. 

Ese día los extrañé mucho, las imágenes que mirábamos con las hermanas parecían de película y el evangelio de ese día parecía que se estuviera cumpliendo, sufrimos mucho como todo el país con la historia de Omaira, la niña que no se pudo rescatar y tocó ver morir en medio del lodo, fue un suceso muy triste y nostálgico para mí, quería estar junto a ustedes. Poco a poco me fui sobreponiendo para no dejarme vencer por el pesar.

—Bueno familia, hay muchas historias más, no culminaría hoy de contarlas todas, pero no quiero terminar sin decirles, que me sentí muy bien en la experiencia, mi anhelo es tomar los hábitos. En el mes de enero tengo que viajar para ingresar a la Congregación. 

Los suyos no se sorprendieron, por su decisión, sin embargo, Laura le dijo:

—Milla, te irás muy lejos y nos harás mucha falta, la vida que anhelas es muy dura. Aunque no estoy de acuerdo con tu decisión, si eso te hace feliz, tienes mi bendición. 

Antonio José, abrazó a su esposa y dándole un beso en la frente expresó su parecer:

—Mujer, tenemos que tener en cuenta que los hijos son prestados, nuestra Emily creció y debe elegir el camino a seguir si ella ve que en el servicio religioso se puede realizar como persona, cumpliendo a la vez con sus metas, tenemos que apoyarla. 

Tomó las manos de Emily entre las suyas musitándole dulcemente:

—Hija, cuenta con nosotros… ¡yo en cuanto pueda te visitaré!

—Muchas gracias papá, sabía que podía contar con ustedes. Como padres, siempre me han aportado lo mejor, la vida, alimento, vestido, educación y lo más importante, valores humanos y cristianos, Dios me ha regalado los mejores padres del mundo, los quiero mucho y me siento orgullosa de tenerlos junto a mí.

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